¡Muchísimos!
Se documentó públicamente hace mucho tiempo (allá por 1988) que, después de la Segunda Guerra Mundial, los jefes estadounidenses se apoderaron de toda la infraestructura de inteligencia nazi alemana en Europa del Este. Multitudes gigantes de criminales de guerra, cómplices de atrocidades que sacuden a la Historia, fueron absorbidos y adoptados por el gobierno de Estados Unidos. A la criatura resultante la llamaron ‘Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos’: la CIA.
El historiador que dio a conocer esto es Christopher Simpson. El título de su libro es Blowback. El subtítulo ha variado un poco según las diferentes ediciones, pero la primera fue: El primer relato completo del reclutamiento estadounidense de nazis y su efecto desastroso sobre nuestra política interior y exterior.
Como sabrás, el tema que me consume es la administración de la realidad. Entonces, lo primero que me pregunto es: ¿Por qué tendría yo la necesidad de contarles sobre la investigación de Simpson? Quiero decir, esto es tremendo. Ya debería ser súper, súper famoso. Pero por experiencia puedo decirte: casi nadie sabe sobre este tema.
¿Por qué no?
Ojo, que no estamos hablando de un puñado de científicos nazis reclutados para construir cohetes para la NASA. Ésa es una historia diferente y menos escandalosa. Lo que Simpson documentó es esto: la infraestructura de inteligencia de los nazis alemanes—la gente responsable de gestionar y ejecutar un genocidio en Europa—se convirtió en la infraestructura de inteligencia de posgerra de EEUU: la CIA.
¿Estamos? Mismo personal.
De hecho, el tipo que creó y dirigió la red de espías nazis que se convirtió en la CIA es el mismo general que había estado dirigiendo esa misma red de espías para Adolfo Hitler: Reinhard Gehlen.
Tienes que saberlo. Y te hace falta entender por qué no lo sabías antes. Y lo que todo esto significa. Entonces, a continuación, resumiré los principales hallazgos de Christopher Simpson y brindaré algo de contexto.
Indicaré también otros materiales que pueden ayudarnos a entender el largo arco de la política exterior estadounidense, iluminando sus acontecimientos más recientes en el contexto de la guerra entre Hamás e Israel.
En artículos futuros explicaré más detalladamente cómo los hallazgos de Simpson quedaron ocultos como parte de una gran estrategia para administrar nuestra realidad.
Nuestra historia comienza con Barbie (no la muñeca).
Klaus Barbie
Ése era su nombre. Su apodo era ‘Carnicero de Lyon.’ Un monstruo.
Como jefe de la GESTAPO (policía nazi) en la ciudad de Lyon durante la ocupación nazi de Francia en la Segunda Guerra Mundial, Barbie fue la cara literal del terror. Sádico patológico, se deleitaba torturando a judíos y a resistentes franceses (¡muchos miles!) antes de ejecutarlos o enviarlos a campos de exterminio.1 Sin embargo, escapó la justicia.
¿Cómo?
El 16 de agosto de 1983 se convocó una conferencia de prensa para que el investigador en jefe del Departamento de Estado, Allan Ryan, pudiera responder a esa pregunta: Barbie había logrado (hasta ahora) escapar la justicia, dijo Ryan, porque el Cuerpo de Contrainteligencia (CIC) del Ejército de EEUU había estado ocultándolo de la policía francesa.
Momento. ¿Qué?
Calma. Según Allan Ryan, esto no fue nada: un error puntual, cometido enteramente de buena fe. Un tropezón, porque el CIC no sabía nada de los crímenes de Barbie.
Precisamos de un poco de contexto sobre el CIC para entender bien lo que estaba diciendo Ryan.
El CIC, o Cuerpo de Contrainteligencia del Ejército de Estados Unidos, era “la organización de inteligencia líder en las zonas de ocupación estadounidenses,” es decir, las zonas—incluida, por supuesto, Alemania—que fueron ocupadas militarmente durante algunos años por los estadounidenses “en el período inmediato de posguerra.” Como tal, la CIC fue acusada de “buscar y arrestar a miembros notables del régimen anterior,” es decir, criminales de guerra nazis alemanes.2
Así que Allan Ryan estaba diciendo esto: que los crímenes tan escandalosos cometidos en la ciudad de Lyon por el jefe local de la GESTAPO, Klaus Barbie—el muy conocido ‘Carnicero de Lyon,’ sin duda un miembro notable del régimen anterior—habían permanecido por alguna razón desconocidos para los cazadores de nazis profesionales del CIC.
Parece… difícil de aceptar.
Pero la inverosimilitud no es aquí el mayor defecto. Porque el gobierno estadounidense confesó que el Cuerpo de Contrainteligencia había ocultado a Klaus Barbie de la policía francesa. Y la siguiente observación obedece a las leyes elementales de la lógica: cuando se oculta a un criminal de guerra de la policía, es porque se conocen sus crímenes de guerra.
Allan Ryan no cortejaba el absurdo—le hacía el amor—. Y eso debió haber motivado sospechas sobre sus otras afirmaciones.
Según Ryan, le fue imposible encontrar evidencia alguna de que otros criminales de guerra nazis, así fuera uno, hubieran sido contrabandeados y reclutados por el gobierno de Estados Unidos.
Insistió también que no había conspiración de alto nivel en el caso Barbie. Los burócratas importantes eran por supuesto completamente inocentes de cualquier delito. Los responsables de proteger y reclutar a Klaus Barbie habían sido un puñado de miembros del personal del CIC, de bajo nivel, actuando completamente por su cuenta. Sin embargo, no se trataba de agentes desbocados (lo que en inglés llaman rogue agents) porque—mira, todo esto fue sólo un error inocente—. Tenían buenas intenciones. (Empero, nadie los autorizó; no había política alguna, como tal, para proteger y reclutar nazis).
Y por si alguien tenía la duda, Ryan añadió sin que le preguntaran que otras agencias gubernamentales no estaban involucradas.
“La Agencia Central de Inteligencia (CIA), en particular, recibió un certificado de buena salud en el caso Barbie y, por implicación, en otros incidentes en los que se alega que la agencia tuvo tráfico con criminales de guerra fugitivos”.3
La antropología de esto
Mi interés en la administración de la realidad me obliga a tratar de entender un aspecto de nuestro Universo: las leyes antropológicas que rigen la credulidad. Luego entonces, siendo que la actuación de Ryan apestaba tan fuertemente de una conciencia nerviosa y culpable, debo detenerme aquí para considerar las implicaciones de que los ciudadanos estadounidenses hayan aceptado las afirmaciones de Ryan.
¿Por qué lo hicieron?
Encuentro muy relevante el contexto simbólico de las comunicaciones de Ryan. Porque Allan Ryan no era un simple investigador del Departamento de Justicia; era una personalidad gigante dentro del sistema de creación de significados y prestigio del mundo occidental. Veamos el resumen de Wikipedia :
“Allan A. Ryan Jr. (3 de julio de 1945 - 26 de enero de 2023) fue un abogado, autor y profesor de derecho estadounidense en la Universidad de Harvard, donde enseñó desde 1985 hasta su muerte. Es mejor conocido por su trabajo como abogado del Departamento de Justicia, responsable a principios de la década de 1980 de identificar y procesar a docenas de colaboradores nazis que vivían en Estados Unidos, lo que le valió la reputación de ser el principal cazador de nazis en Estados Unidos. "
Comparto mi hipótesis, entonces, de cómo funciona esto.
Mientras Allan Ryan explicaba al mundo que Klaus Barbie había sido una aberración excepcional y que en ningún sentido era botón de muestra de un patrón, y mucho menos evidencia de una política oficialmente autorizada por el gobierno de Estados Unidos, brotaba muy subliminal, en el silencio de cada mente, el argumento implícito: ¡“el principal cazador de nazis de Estados Unidos” jamás ayudaría a ocultar a los nazis de la justicia!
Golpeados así casi inconscientes por el impresionante prestigio de Ryan, abogado de Harvard, más el prestigio añadido de su autoridad moral como investigador del Departamento de Justicia, y por demás su fama como “el principal cazador de nazis de Estados Unidos,” fue muy difícil para los ciudadanos estadounidenses examinar la sustancia real de lo que estaba diciendo, y escucharon nada más el tono apaciguador que los tranquilizaba con el mensaje de que en realidad todo andaba bien con la democracia estadounidense. No teman.
Hipnotizados así, los ciudadanos estadounidenses nunca vieron los absurdos, que resbalaron desapercibidos.
Sostengo que tenemos aquí evidencia contundente para apoyar la opinión de que el sesgo de prestigio en la cognición humana es una fuerza importante con efectos gigantescos en la comunicación y la transmisión cultural, como hemos defendido desde hace años Joe Henrich y un servidor, siguiendo los pasos de Robert Boyd y Peter Richerson. Toca enfatizar que cuando una mente es presa del sesgo de prestigio, la evaluación racional del contenido transmitido sufre un cortocircuito.
Si eso nos parece inadaptado, recordemos que el diseño de nuestra cognición evolucionó en sociedades humanas muy pequeñas de cazadores-recolectores donde todos se conocían y, por tanto, donde la correlación entre los marcadores materiales y etológicos de prestigio, el éxito en dejar descendencia, y la posesión de información transmisible de mayor calidad (habilidades y conocimientos) era muy alta y difícil de fingir. Adoptar información de personas de alto prestigio sin detenerse a verificar la calidad de la información, en dicha situación, mejora los beneficios del aprendizaje social, porque el proceso de verificación puede imponer riesgos, implicar errores costosos, y consumir un tiempo precioso. Así que, originalmente al menos, este sesgo cognitivo siempre fue adaptativo en promedio.
Pero ahora esta adaptación cognitiva, el sesgo de prestigio, se ve estimulada en un entorno bastante diferente. Ahora vivimos en sociedades de millones de personas con una vida institucional y división del trabajo complejas, interacciones anónimas, comunicaciones masivas a través de grandes medios, enormes disparidades de poder, e infinitas ambigüedades informativas. En este mundo, los jefes gringos pueden aprovechar el sesgo de prestigio para manipularnos a cabalidad.
Mi afirmación es que han hecho ya precisamente eso. Utilizando los medios de comunicación, el establishment académico, y las instituciones del Estado, pueden crear y producir cualquier personalidad y tejer en torno la narrativa que gusten: pueden tomar a un abogado de Harvard, por ejemplo, y hacerlo famoso como investigador en jefe del Departamento de Justicia responsable de buscar nazis fugitivos, “el principal cazador de nazis de Estados Unidos,” poniéndolo en el escaparate cuando sea necesario para exonerar al gobierno EEUU.
Algo más a considerar, pienso yo, es un supuesto importante que actuó como una segunda fuerza sociopsicológica alentando la aceptación crédula de las afirmaciones de Ryan. Dicho supuesto afirma que los medios constituyen un mercado razonablemente libre de productores de noticias que son autónomos del gobierno e independientes unos de otros, de modo que, en lugar de beneficiarse protegiendo al gobierno, se benefician exponiendo sus escándalos. La mayoría de la gente en Estados Unidos creía eso en 1983 (muchos lo creen todavía).
Cualquier mente que sostenga dicho supuesto como premisa expresará subliminalmente el siguiente argumento implícito: ¡Si hubiera razón alguna para pensar que Allan Ryan estaba mintiendo, los medios correrían a exponerlo! Pero ver a los grandes medios expresar un fuerte acuerdo con las afirmaciones de Ryan (como de hecho fue el caso) provoca a la misma mente a pensar: pues no hay problema con Ryan.
“United Press International, por ejemplo, tituló INVESTIGADO: BARBIE FUE LA EXCEPCIÓN, NO LA REGLA, y citó a [Allan] Ryan indicando que la pesquisa del Departamento de Justicia ‘no había descubierto evidencia de que hubiera ningún otro ex nazi a quien Estados Unidos hubiera protegido de la justicia.’ El programa Nightline de ABC TV presentó a Ryan en su transmisión esa noche. Ryan dijo que Estados Unidos había ‘reclutado inocentemente a Barbie, sin estar consciente de su papel en Francia... [y que] el caso de Barbie no era típico.’ Ante el interrogatorio de Ted Koppel, Ryan amplió el tema. Era ‘muy probable que no se hubieran empleado a otros funcionarios como se hizo con Klaus Barbie... [y] con esto cerramos el expediente.’ ”4
¡Con esto cerramos el expediente! ¿No era mucho énfasis? Como decimos: “El que mucho se excusa, mucho se acusa…”
Preguntemos:
¿Había una razón especial para que todo esto sucediera en el año 1983?
Sí la había.
A principios de 1983, el gobierno de Bolivia, el país donde se escondía Barbie, había encontrado, arrestado, y extraditado a Barbie a Francia para ser juzgado. Al parecer, los jefes gringos no pudieron controlar este proceso legal en Francia y el juicio de Barbie sacó a la luz sus vergonzosos vínculos con el gobierno estadounidense. Fue entonces que mucha gente comenzó a hacerse una pregunta incómoda:
¿Acaso los jefes estadounidenses estaban protegiendo y reclutando nazis en secreto?
Atento a eso, el gobierno de Estados Unidos se apresuró a investigarse y designó a Allan Ryan, “el principal cazador de nazis de Estados Unidos,” para dicha tarea. En agosto de 1983, apenas unos meses después, Ryan había dado carpetazo al expediente. Conclusión: Tranqui: era nada más Barbie. Los jefes gringos no estaban protegiendo ni utilizando a nazis. Corte al aplauso de medios: Bravo.
Pero la conclusión de Ryan, suponiendo que realmente lo fuera, era falsa. Apenas cinco meses después, el Washington Post escribía esto:
“Ya no es necesario—ni posible—negar el hecho: el gobierno de Estados Unidos reclutó sistemática y deliberadamente a miles de nazis activos, los rescató, los contrató, y los aprovechó ...”5
El Post comentaba sobre “la investigación de archivos de Christopher Simpson,” quien, provocado por las extrañas actuaciones de Allan Ryan, había buscado en una montaña de “documentos ... desclasificados bajo la Ley por la Libertad de la Información [Freedom of Information Act].” De ese trabajo surgió Blowback: El primer relato completo del reclutamiento estadounidense de nazis y su efecto desastroso sobre nuestra política interior y exterior.
¿Para qué tareas específicas fueron reclutados todos esos nazis?
Según los hallazgos de Simpson, muchos de estos nazis, incluidos algunos que “participaron en las peores atrocidades cometidas por el régimen nazi”—a saber: genocidio—pasaron a formar parte de la Organización Gehlen—o ‘Gehlen Org’—con su sede de posguerra en Pullach (suburbio de Munich).6
Aquel grupo recibió dicho nombre en honor a Reinhard Gehlen, anteriormente “el oficial de inteligencia militar de mayor rango de Hitler en el frente oriental,” especializado en obtener información vital para Hitler torturando hasta la muerte a millones de prisioneros de guerra soviéticos (muchos fueron lentamente matados de hambre). A cambio de ser protegido de la justicia, Gehlen había recompuesto para ellos la red de espionaje de Hitler.7
¿Qué tan importante fue la ‘Gehlen Org’? Fue de una importancia aplastante, porque Estados Unidos no tenía entonces mucha infraestructura de inteligencia.
Probablemente hayas oído hablar de la famosa Oficina de Servicios Estratégicos (OSS) creada durante la Segunda Guerra Mundial, siempre mencionada como la supuesta ‘precursora’ de la CIA. Pero la OSS era pequeña y, como documenta Simpson, fue destruida casi por completo al final de la guerra cuando supuestos ‘comunistas’ (identificados por sus fuertes críticas a los fascistas) fueron purgados.8 No había quedado casi nadie de la OSS en la nómina del gobierno estadounidense para engendrar la CIA en 1947. Por lo tanto, es engañoso decir que una ‘inteligencia estadounidense’ preexistente absorbió a los nazis de Gehlen; más bien, la infraestructura de inteligencia estadounidense de posguerra no era sino aquel grupo de nazis reunidos otra vez por Gehlen.
Escribe Simpson,
“Durante los primeros años de la CIA ... los informes y análisis de Gehlen a veces simplemente se reescribían en membrete de la CIA y se presentaban al Presidente Truman sin mayor comentario...”9
Eran Gehlen (y sus espías nazis) quienes hacían todo el trabajo y enseñaban a los estadounidenses cómo hacerlo.
Y aquí hay un tema más grande, porque muchos nazis alemanes y sus colaboradores—además de los emplazados en Europa con la Gehlen Org—terminaron en otros espacios, también en la nómina del gobierno estadounidense.
Algunos recibieron pasaportes estadounidenses y fueron importados para trabajar en inteligencia y propaganda dentro de Estados Unidos; otros recibieron pasaportes estadounidenses y fueron integrados en el ejército estadounidense (muchos en las Fuerzas Especiales o ‘Boinas Verdes’); otros recibieron pasaportes estadounidenses y fueron importados a suelo estadounidense para fungir como supuestos ‘gobiernos en el exilio’ de los países tras la Cortina de Hierro soviética, y recibieron grandes presupuestos para organizarse y presionar al Congreso de EEUU para que aprobase política ‘anticomunista.’10
(Durante la persecución nazi, por contraste dramático, se negó la entrada a EEUU a los judíos; incluso a quienes ya estaban en lista de espera para obtener visas.)
Los jefes gringos estaban cumpliendo las profecías de Maurice Joly, hechas a finales del siglo 19.
Joly había advertido que, si los ciudadanos democráticos occidentales autorizaban la creación de servicios secretos, los burócratas inundarían con sus agentes secretos todo el sistema y se apoderarían clandestinamente de todas las instituciones ciudadanas: partidos políticos, medios de comunicación, ONGs, universidades, etc. Destruirían la democracia pero manteniendo la fachada.
Los jefes gringos hacían precisamente eso, y empleando a los nazis para dicha faena.
De hecho, lo mencionado aquí es la punta del iceberg. Nuestros jóvenes ya no saben nada de esto, pero, a partir de las revelaciones de 1967 publicadas en la revista Ramparts sobre la captura, por parte de la CIA, de la Asociación Nacional de Estudiantes (National Student Association), siguió toda una década de averiguaciones y escándalos que reveló cuán profunda la penetración clandestina de la CIA en la vida democrática institucional de EEUU.
Pero no obstante dichas revelaciones dramáticas, la enfermedad había avanzado demasiado. El sistema no pudo aliviarse: la democracia no fue restaurada.
Dicho de otra manera: los nazis permanecieron en el poder.
¿Qué pasó con Alemania?
Una pregunta obvia es: si los jefes gringos hacían eso con Estados Unidos, utilizando nazis alemanes y sus colaboradores, entonces, ¿qué hacían con Alemania? ¿Acaso Alemania fue realmente desnazificada después de la guerra?
No según el responsable de realizar dicho trabajo: el abogado del Departamento de Justicia James Stewart Martin, quien acusó en su libro All Honorable Men, publicado en 1950, que el gobierno EEUU había saboteado completamente sus esfuerzos por desnazificar a Alemania.
De hecho, lo ocurrido en Alemania fue todo lo contrario, y la cosa empeoró luego de publicado el libro de Martin.
“La Organización Gehlen,” nos dicen, “pasó a ser responsabilidad de la CIA, que continuó la relación hasta 1956.”11 Pero la relación no terminó en 1956. Lo que sucedió fue esto: en 1956, los jefes alemanes obedecieron las órdenes de sus amos, los jefes gringos, y “la organización de Gehlen se convirtió en el Bundesnachrichtendienst (BND), la agencia de inteligencia exterior de Alemania Occidental.”12
Espera a que caiga la ficha…
Todo se mantuvo consistente. El BND se fundó allí mismo en Pullach, en los antiguos Cuarteles del Fuhrer. Y, naturalmente, el BND también se puso a espiar a los alemanes. Cuando Gehlen se retiró en 1968, otro general nazi, Gerhard Wessel, tomó el mando de la totalmente nazi ‘Gehlen Org’/BND.13
Ahora bien, ésta es una historia para las portadas de los diarios (nunca vista allí14): la elite de poder estadounidense regresó a los nazis al poder en Alemania.
Y no sólo ahí. Las operaciones clandestinas de la CIA—organizadas por y a través de la Gehlen Org, vistieron a los fascistas con traje y corbata ‘democristianos’ y los regresaron al poder en otras partes de Europa.15
¿Cuáles son las ramificaciones de todo esto?
Discutiremos las ramificaciones de todo esto en varios artículos. Pero quiero dejarte aquí con dos direcciones que ya puedes explorar.
La primera se refiere al contexto de trasfondo. En otras palabras, ¿cómo tendrían que ser los jefes gringos para que pensaran siquiera en proteger y reclutar a todos esos nazis para sí? ¿No tendrían que ser ellos mismos también nazis?
Para nada, según una muy sonada apología presentada a favor de los jefes gringos: que supuestamente necesitaban reclutar a todos esos nazis para luchar contra el comunismo. La afirmación es tan común que escucharla repetida hasta el cansancio por nuestras autoridades culturales en los grandes medios y el establishment académico quizá te haya convencido de aceptar su presunta ‘lógica.’ Examinaré detenidamente esta disculpa—como decir que tu médico necesita que bebas un vaso de cianuro para matar a tu cáncer—en un artículo futuro.
Por ahora, te dejo con un hecho documentado poderoso: incluso antes de la Segunda Guerra Mundial, los jefes gringos ya eran, y habían sido durante mucho tiempo, los líderes internacionales del movimiento eugenista (eugenésico), y, con su financiamiento y apoyo intelectual, el eugenismo (eugenesia) se convirtió en el nazismo alemán.
Y cabe preguntar: ¿No se sentiría tentado el ejército estadounidense, tan ansioso por reclutar nazis (porque ellos iniciaron ese proceso), a tratar a los ciudadanos estadounidenses como ratas de laboratorio, a la manera de los médicos criminales nazis? Es un hecho histórico (documentado en el Congreso de los Estados Unidos) que en verdad fueron tentados y sucumbieron a dicha tentación.
Otra pregunta, hacia adelante, es: ¿cuál ha sido realmente la política exterior de Estados Unidos en la posguerra?
Porque muchos nos han afirmado a lo largo de los años que la política exterior estadounidense se construye en torno a una relación muy especial y muy positiva que supuestamente tienen los jefes gringos con el Estado de Israel, cuya seguridad los jefes gringos supuestamente se esfuerzan—hasta el cansancio—en proteger.
Ahora bien, lo menos que se puede decir sobre la CIA es que tiene un papel bastante importante en la configuración de la política exterior estadounidense. Entonces, la pregunta es: ¿Acaso es creíble que un nido de criminales de guerra nazis, cómplices del mayor genocidio antijudío de la historia, se hubiese convertido en el aliado más fiel del Estado judío?
¿No es más probable que estos criminales de guerra nazis trabajaran duro para preparar la destrucción genocida del Estado judío?
¿No se verían tentados, por ejemplo, de forzar la cesión de territorio estratégico israelí a Irán, que promete repetir la Shoa (Holocausto) en Israel? Bueno, es un hecho histórico que eso precisamente es lo que hicieron los jefes gringos.
Y no se sentirían tentados, is pensaran que pudieran salirse con la suya, insertar a la prole de los nazis alemanes dentro del Estado judío. Bueno, pues es un hecho histórico que eso precisamente es lo que hicieron los jefes gringos:
Por supuesto, todo esto impone la pregunta: ¿qué estaban haciendo realmente los jefes gringos en la Segunda Guerra Mundial? (Ya tocaremos ese tema.) Por el momento, tienes algunas aventuras para elegir. ¡Elige tu propia aventura…!
La historiadora Guyora Binder escribe:
“Nacido cerca de la frontera francesa de Alemania y de origen parcialmente francés, Barbie perdió a su padre debido a los efectos persistentes de una herida de la Primera Guerra Mundial en 1933. Al año siguiente, Barbie se graduó de la escuela secundaria. Al verse sin un centavo y sin perspectivas de empleo, Barbie se involucró en el movimiento nazi y, en 1935, fue aceptado en las SS. “No podía unirse a las SS cualquier idiota,” Barbie ha insistido. “Tuve que estudiar derecho y filosofía.” Barbie se convirtió en teniente de la sección de inteligencia del SD en 1940. Fue destinado a la Holanda ocupada, donde participó en redadas de judíos para su deportación y ejecución. Debido a su fluidez en francés, Barbie fue trasladado a la Francia ocupada en 1942; hacia finales de año se convirtió en jefe de la Gestapo en Lyon, el centro de la actividad de la Resistencia en el Sur. Sus principales responsabilidades eran la represión de la Resistencia, de los comunistas, y de los judíos. Los historiadores estiman que más de 4,000 personas fueron ejecutadas por orden suya durante los dos últimos años de la ocupación. Además, los registros de un magistrado local indican que la Gestapo deportó a 7,591 personas de Lyon a los campos de exterminio; pero “fusilada o deportada, no hay diferencia”, supuestamente filosofó Barbie. No se sabe cuántos de estas aproximadamente 12,000 víctimas eran judíos. La reputación de Barbie como ‘Carnicero de Lyon’ se basaba también en su práctica rutinaria de torturar a presuntos miembros de la Resistencia y a judíos en un esfuerzo por descubrir a otros miembros de ambos grupos.”
FUENTE: Binder, G. (1989). Representing Nazism: Advocacy and identity at the trial of Klaus Barbie. The Yale Law Journal, 98(7), 1321-1383.
Counterintelligence Corps | From Wikipedia (consulted 20 May 2024)
https://en.wikipedia.org/wiki/Counterintelligence_Corps
Simpson, C. (1988). Blowback: America's Recruitment of Nazis and its Effects on the Cold War. New York: Weidenfeld & Nicholson. (p.xii)
Blowback, op. cit. (pp.xii-xiii)
‘Uncle Sam’s Nazi’s’; The Washington Post; April 24, 1988; Sunday, Final Edition, BOOK WORLD; PAGE X11; 905 words; Peter Grose, REVIEW.
https://www.proquest.com/docview/307011139/5494758A64C14167PQ/1?accountid=189667&sourcetype=Newspapers
Christopher Simpson escribe que
“al menos media docena, y probablemente más, del primer personal [de Gehlen] de cincuenta oficiales [de posguerra] eran ex hombres de las SS o del SD, incluido el Obersturmführer de las SS Hans Sommer (que había incendiado siete sinagogas de París en octubre de 1941)…” (a)
En el año 2005, el historiador Timothy Naftali explica que “la información recientemente publicada por la CIA y el ejército,” como consecuencia de la Ley de Divulgación de Crímenes de Guerra Nazi,
“permitirán evaluar el alcance del reclutamiento por parte de Gehlen de ex oficiales del SD [el servicio de inteligencia de las SS] y de la Gestapo. Resulta que era muy extendido. Al menos cien de los oficiales y agentes de Gehlen habían servido en el SD o la Gestapo y, de hecho, el número puede ser significativamente mayor. … algunos de los contratados habían participado en las peores atrocidades cometidas por el régimen nazi.” (b)
FUENTES EN ESTA NOTA AL PIE:
(a) Blowback, op. cit. (págs. 40, 44-45)
(b) Naftali, T. 2005. “Reinhard Gehlen and the United States,” in US Intelligence and the Nazis. Edited by R. Breitman, N. J. W. Goda, T. Naftali, and R. Wolfe, pp. 375-418. Cambridge: Cambridge University Press. (p.377)
Blowback, op. cit. (pp.40, 44-45)
Blowback op. cit. (pp.57-59)
Blowback op. cit. (p.53)
Blowback op. cit.(pp.138-42, 199-245)
“CIA Intends to Release Records on Cold War Spymaster”; Interagency Working Group (IWG); The National Archives; October 5, 2000
https://www.archives.gov/iwg/about/press-releases/cold-war-spymaster-records.html
Lo siguiente se explica en un documento de los Archivos Nacionales (National Archives) estadounidenses:
“La organización de inteligencia de Alemania Occidental establecida por el general Reinhard Gehlen ... estuvo inicialmente bajo el control del ejército estadounidense, responsabilidad asumida en 1949 por la CIA. Más tarde, la organización de Gehlen se convirtió en el Bundesnachrichtendienst (BND), la agencia de inteligencia exterior de Alemania Occidental.” (a)
Esto no es un secreto y no hay controversia al respecto (aunque es cierto que el público en general no lo conoce). Si consultas el artículo de Wikipedia sobre la Gehlen Org te dice esto:
“La Organización Gehlen o Gehlen Org (a menudo referida como La Org) fue una agencia de inteligencia establecida en junio de 1946 por las autoridades de ocupación de los Estados Unidos en la zona estadounidense de la Alemania ocupada tras la guerra, y estaba compuesta por antiguos miembros del 12.º Departamento del Estado Mayor General del Ejército Alemán (Ejércitos Extranjeros del Este, o FHO). Estaba dirigida por Reinhard Gehlen, quien anteriormente había sido general de división de la Wehrmacht y jefe de la inteligencia militar nazi en el Frente Oriental durante la Segunda Guerra Mundial."
La agencia fue precursora del Bundesnachrichtendienst (BND o Servicio Federal de Inteligencia), que se formó en 1956.” (b)
Si consultas el artículo de Wikipedia sobre Reinhard Gehlen, te dice esto:
“Desde su época como jefe de la Organización Gehlen, Gehlen favoreció tanto el atlantismo como la estrecha cooperación entre lo que se convertiría en Alemania Occidental, la comunidad de inteligencia de los Estados Unidos y los demás miembros de la alianza militar de la OTAN. La organización empleó a cientos de antiguos miembros del Partido Nazi y a exoficiales de inteligencia militar de la Wehrmacht.
Después de que Alemania Occidental recuperara su soberanía, Gehlen se convirtió en el presidente fundador del Servicio Federal de Inteligencia (Bundesnachrichtendienst, BND) de Alemania Occidental (1956–68). Gehlen obedeció una orden directa del canciller alemán Konrad Adenauer y también contrató a antiguos oficiales de contrainteligencia de la Schutzstaffel (SS) y del Sicherheitsdienst (SD), en respuesta a una supuesta avalancha de subversión ideológica encubierta que afectaba a Alemania Occidental procedente de los servicios de inteligencia del otro lado del Telón de Acero.” (c)
FUENTES EN ESTA NOTA AL PIE:
(a) ‘Records of the Central Intelligence Agency (RG 263)’; Interagency Working Group (IWG); The National Archives; By Dr. Richard Breitman, Professor of History, American University, IWG Director of Historical Research.
https://www.archives.gov/iwg/declassified-records/rg-263-cia-records/rg-263-report.html
El New York Times—aunque nunca apareció en primera plana—informó en ocasiones detalles interesantes sobre el general Gerhard Wessel, el ‘ex’ nazi. Por ejemplo, Wessel era “representante de Alemania Occidental en la Organización del Tratado del Atlántico Norte [OTAN]” (a).
Ah caray.
Y consideremos lo que escribió el New York Times en el obituario de Wessel:
“Gerhard Wessel, un espía de la Alemania nazi que luego dirigió la agencia de espionaje de Alemania Occidental, murió el 28 de julio en su casa de Pullach, un suburbio de Munich. Tenía 88 años.
... Se le considera el fundador del servicio de contrainteligencia de Alemania Occidental, que dirigió durante siete años. Como sucesor de Reinhard Gehlen como jefe de la agencia (conocida como BND, o Bundesnachrichtendienst), se le atribuye la modernización de la recopilación de inteligencia alemana y la limitación de algunos abusos.
Contrató a analistas académicos y expertos en electrónica para que colaboraran con los agentes y ordenó a los espías que dejaran de seguir a los alemanes dentro de Alemania.
... En 1952, el general Gehlen destacó al general Wessel, entonces coronel, de su complejo fuertemente custodiado en Pullach para ayudar a organizar los servicios de inteligencia para el nuevo ejército de Alemania Occidental. Supervisó la contrainteligencia del ejército durante siete años.
... En verdad, siempre siguió siendo un asistente del general Gehlen, ya que la Organización Gehlen fue transferida al servicio de inteligencia de la recién soberana Alemania Occidental en abril de 1956. En 1968, el general Gehlen se retiró y el general Wessel lo reemplazó.
... [Wessel] respondió inmediatamente a las demandas del gobierno para hacer reformas. El BND debía trabajar únicamente con inteligencia extranjera y evitar la vigilancia interna, dentro de la cual el general Gehlen había permitido que la agencia se desviara.” (b)
Esta es una historia bastante extraña. Según el New York Times, Wessel
“respondió inmediatamente a las demandas de reformas del gobierno. El BND debía trabajar únicamente con inteligencia extranjera y evitar la vigilancia interna, dentro de la cual el general Gehlen había permitido que la agencia se desviara.”
Y por eso Wessel “ordenó a los espías que dejaran de seguir a los alemanes dentro de Alemania”.
Sin duda Wessel dijo que hizo eso. ¿Pero realmente lo hizo?
Como también vemos arriba, Wessel, quien “siempre fue un asistente del general Gehlen”, fue enviado por Gehlen durante algunos años para crear el servicio de contrainteligencia del ejército de Alemania Occidental. De ello se deduce que Wessel era el experto en contrainteligencia de confianza de Gehlen.
¿Qué es la contrainteligencia?
El trabajo de la contrainteligencia alemana es descubrir quién espía a Alemania. ¿Cómo espían los países extranjeros a Alemania? En parte reclutando alemanes que compartirán información privilegiada. Entonces, ¿cómo combate esto la contrainteligencia alemana? Pues, “siguiendo a los alemanes dentro de Alemania.” Estas actividades luego se expanden fácilmente para incluir espionaje contra cualquier alemán, y también por razones enteramente internas, porque el poder siempre busca más poder. En todo caso, ése es el tipo de cosas que un nazi hace de forma natural. Y Gerhard Wessel, como Reinhard Gehlen, era nazi.
Además, lo más importante es que “la vigilancia interna, dentro de la cual el general Gehlen había permitido que la agencia se desviara,” era un programa del que Gerhard Wessel era directamente responsable. Fue Wessel el responsable de la “deriva” de Gehlen.
Entonces, ¿es plausible que Wessel realmente detuviera las actividades de espionaje interno que habían estado en el centro de su carrera de inteligencia?
El New York Times parece pensar que deberíamos confiar en la palabra de Wessel al respecto, porque, claro: ¿cómo iba persona alguna a dudar de la palabra de un nazi? ¿Cierto? Para nada el New York Times. ¡Esa gente está haciendo periodismo!
FUENTES EN ESTA NOTA AL PIE:
(a) “Gehlen Is Retiring as German Intelligence Chief; Gen. Wessel to Succeed Him in Bonn Post Next May 1 New Head Has Long Served on NATO Committee”; The New York Times; January 16, 1968; Page 16; By DAVID BINDER
b) “Gerhard Wessel, 88, German Espionage Chief”; The New York Times; August 3, 2002; By DOUGLAS MARTIN
El New York Times—“el periódico de referencia” (como afirma su lema: “the newspaper of record”)—siempre supo que quienes dirigían el servicio de inteligencia de Alemania Occidental eran nazis, pero siempre optó por no armar un escándalo al respecto. A continuación siguen tres ejemplos de menciones de Reinhard Gehlen, reconociendo que era un nazi, que pude encontrar en el New York Times anterior a la publicación en 1988 del libro Blowback de Christopher Simpson.
1963. La nota más pequeña en la página 5.
“RETIREMENT SEEN FOR TOP BONN SPY; Gehlen Seen Compromised by Soviet Penetration; Ex-Nazis in Key Spots”; The New York Times; July 14, 1963; Page 5; By ARTHUR J. OLSEN1972. Reseña de un libro (en la página BR3), escrita por “un ex diplomático y oficial de inteligencia estadounidense.”
“The General Was a Spy; The Truth About General Gehlen and His Spy Ring”; The New York Times; April 16, 1972; Section BOOK REVIEW, Page BR3; By CHRISTOPHER FELIX;1980. Un artículo en el New York Times Magazine sobre “La guerra de los espías” ubicado—sorprendentemente—en una sección llamada “Belleza y Salud LA CIENCIA DE VERSE BIEN” (en la página SM11).
“THE SPY WAR”; Beauty & Health THE SCIENCE OF LOOKING GOOD; The New York Times Magazine; September 28, 1980; Page SM11; By Edward Jay Epstein
Christopher Simpson documenta las campañas de posguerra de la CIA para devolver al poder a fascistas disfrazados de “demócratas cristianos” en Italia y Grecia (en ambos casos con éxito), repitiendo lo que se hizo en Alemania. (a)
Es interesante, sin embargo, considerar la excepción que confirma la regla.
Aunque los democristianos eran los favoritos de la CIA en casi todas partes, no se beneficiaron de la generosidad de la CIA en Francia. ¿Por qué no? Después de todo, como documenta el historiador Kai Bird, efectivamente hubo un programa de la CIA de posguerra para influir en la política en Francia. (b) Entonces, ¿por qué no apoyó la CIA a los demócratas cristianos franceses, organizados en el MRP (Mouvement Républicain Populaire)?
Al documentar la historia del MRP, la historiadora Carolyn Warner proporciona una pista obvia. Ella escribe que “a diferencia de otros partidos democristianos europeos, por no mencionar otros partidos franceses, el MRP no tenía ni buscaba ex colaboradores [nazis] como activistas.” (c) Aparentemente, entonces, el MRP no recibió ayuda clandestina de la CIA, que era un nido de nazis, porque el MRP evitó cualquier contacto con ex colaboradores nazis. Y es sin duda por eso que, a pesar de empezar muy fuerte, al MRP le fue tan mal que desapareció.
¿A quién le fue bien en la Francia de posguerra? A los otros partidos, los que reclutaron a ex fascistas, lo cual pudieron hacer porque la mayoría de los colaboradores de Vichy ni siquiera fueron juzgados, ya que hubo “amnistías limitadas [en] 1946 y 1947 y ... otras más amplias [en] 1951 y 1953 que dejaron sólo a los delincuentes más graves en prisión,” como explica el historiador Bertram Gordon. (d)
E incluso cuando un nuevo partido, los socialistas, tomó el poder en 1981, nada había cambiado. Consideremos que François Mitterrand, el socialista que gobernó Francia durante una década y media, había sido el mejor amigo de René Bousquet, como se documenta en la biografía de Pierre Péan, escrita con la total cooperación de Mitterrand. (e) Eso provocó un escándalo porque Bousquet había sido jefe de la policía de Vichy, el régimen francés aliado de los nazis. Para entender bien esto, consideremos lo que escriben los historiadores Michael Marrus y Robert Paxton en La Francia de Vichy y los judíos:
“Cuando los alemanes comenzaron su deportación y exterminio sistemáticos de judíos en 1942, el antisemitismo rival de Vichy les ofreció una ayuda más sustancial que la que recibieron en cualquier otro lugar de Europa ... Después de haber rogado durante años a los alemanes que recibieran de regreso a sus refugiados, los líderes de Vichy se ofrecieron a enviar judíos extranjeros de las áreas no ocupadas—algo que sólo Bulgaria, en Europa del este, hizo en una escala similar...—[En esto, la] policía francesa fue indispensable. Como escribió el general de las SS Oberg al jefe de la policía francesa [René] Bousquet en julio de 1942, mientras los dos servicios policiales solidificaban su acuerdo para trabajar juntos: “Estoy feliz de confirmar, además, que la policía francesa ha actuado hasta ahora de manera manera digna de reconocimiento.” Los alemanes nunca podrían haber logrado esto por sí solos.”—citado en Scullion (1998:112) (f)
FUENTES EN ESTA NOTA AL PIE:
(a) Simpson, C. (1988). Blowback: America’s Recruitment of Nazis and its Effects on the Cold War. New York: Weidenfeld & Nicholson. (pp.80-95)
(b) Bird, K. (1998). The Color of Truth: McGeorge and William Bundy, Brothers in Arms: A Biography. New York: Simon and Schuster.(p.106)
(c) Warner, C. M. (1998). Getting out the Vote with Patronage and Threat: The French and Italian Christian Democratic Parties, 1944-1958. Journal of Interdisciplinary History, 28(4), 553-582. (p.565)
(d) Gordon, B. M. (1995). The "Vichy Syndrome" Problem in History. French Historical Studies, 19(2), 495-518.
(e) Péan, P. (1994). Une jeunesse française: François Mitterrand, 1934-1947. Paris: Fayard. (pp.313-320)
(f) Scullion, R. (1998). Georges Perec, W, and the Memory of Vichy France. SubStance, 27, No.3(Special Issue (87): The Occupation), 107-129. (p.112)
Impresionante trabajo de investigacion, profesor Francisco, su obra tira al piso mas idolos que Abraham en la casa de su padre en Ur.
Creo que durante la fundacion del estado de Israel, muchos judios que habian colaborado con los nazis, judenrat o con otros nombres, tambien llegaron a Israel, y se decidio no investigarles, diciendo que somos todos hermanos.. me recuerda a la aversion, ahora, a investigar lo que paso en los altos cargos del ejercito e dia 7 de octubre.. por la unidad.. siempre hay una escusa.
Gracias por su trabajo, He leido sus libros en Amazon, esperando los proximos !!